lunes, 6 de julio de 2009

Presentación del libro Economía para un planeta abarrotado de Jeffry Sachs

El Acuerdo de Asociación con la Unión Europea

El acuerdo de Asociación de la Unión Europea y Centroamérica, busca el aumento del diálogo político y la cooperación entre estos bloques, unido, además, a la búsqueda de un tratado de libre comercio.

Partiendo de esta premisa, es importante ver el tipo de intedependencia que se da a partir de este acuerdo.

La visión llamada “realista” establecería una prioridad de los asuntos de seguridad y de los estados nacionales por encima de cualquier otro asunto que se trate. Por lo tanto, visto no solo en el contexto propio del acuerdo, sino en lo que se refiere a otras potencias, notablemente Estados Unidos, en un pasado reciente la visión realista se aplicaría. Recuérdese la “Doctrina Monroe”, que establecía que “América es para los Americanos”. La llegada de otras potencias al Hemisferio sería potencialmente bloqueada porque iría en contra de los intereses de la potencia dominante.

No obstante, varias causas podrían ir a contrapelo de esas doctrinas de seguridad del pasado en el Hemisferio Americano. Por una parte, América Latina luego de la Guerra Fría, pierde prioridad en la agenda de Estados Unidos y sus políticas se ponene en “automático” en tres temas: elecciones libre como signo de democracia, guerra al narcotráfico y apertura comercial. Por otra parte, este “abandono” de Estados Unidos, las contradicciones internas de cada país producto de la gran desigualdad creada por las políticas económicas aplicadas, también provocan que los países busquen nuevas alternativas a lo interno (gobiernos de centro izquierda que desarrollen más las políticas sociales) y a lo externo (acuerdos con otras potencias como China y Europa, entre otras).

En ese sentido, la interdependencia se torna más en la visión de “interdependencia compleja” de Nye y Keohann. Los asuntos de seguridad militar pierden lugar dentro de los intereses de los actores y buscan centrarse en otros aspectos, más que nada, en resolver los grandes temas de desigualdad y pobreza que provocan o dan fuerza a problemáticas como el narcotráfico, el cual, hasta la fecha, se había visto como un problema militar. La aceptación de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, sobre la responsabilidad de Estados Unidos en el problema del narcotráfico es significativo. Felipe Calderón, presidente de México, con mucha claridad le decía: “ustedes tienen el consumo, nosotros los muertos”.

Por lo tanto de estas necesidades de abrir puertas a otros actores alternativos a la potencia dominante y, también del interés de estas otras potencias de influir y actuar en América, puede explicarse que la Unión Europea busque crear acuerdos de asociación en distintos bloques del continente, como los países andinos o Centroamérica.

En este último caso, a diferencia del TLC con los Estados Unidos, Europa no limita la agenda en lo comercial, sino que promueve otras políticas referentes a la integración política, la cooperación para los países más pobres, además de los temas comerciales. Por eso, países como Costa Rica, que es quien tiene mayor comercio con Europa, no puede asumir un rol protagónico en la negociación si solamente limita su interés en la parte comercial.

Es importante recordar, para el caso de los Estados Unidos, Robert Zoellick decía que entrar en el TLC “no era de gratis” y exigía para ello, el apoyo a la política militar que desarrollaba en Irak. El apoyo político a la guerra fue unánime entre los países centroamericanos, además que varios de éstos enviaron tropas a aquel país. Véase que en este caso, si bien el tema militar no es el que está en el primer lugar de la agenda, desde la óptica de la Administración Bush no desaparecía y en los aspectos como el apoyo a la guerra de Irak, suponían un carné de entrada para poder tratar con los Estados Unidos (la doctrina “o están conmigo o en contra mío”).

Con la Unión Europea no parece existir tal exigencia, sino que esta promueve otro tipo de agendas que pueden parecer exigentes en aspectos que parecen favorecer a los países más pobres como Nicaragua y que, en principio desfavorecerían a los más desarrollados, como Costa Rica. Por lo mismo, hasta el momento el protagonismo de Nicaragua ha sido más fuerte que el de Costa Rica.

Por esa parte, cuando otros puntos se abordan, dejando de lado notablemente los intereses militares, cuando se establecen claúsulas por la democracia (y de allí que con la crisis de Honduras esté detenida la negociación), cuando hay un interés por el desarrollo de los más pobres, nos encontramos en otro tipo de interdependencia, donde una potencia, la Unión Europea, lo hace en el “patio trasero” de la potencia dominante, Estados Unidos. Obviamente el interés europeo no es caritativo y responde también al interés de sus productores en el continente y de algunos de sus territorios fuera de este. De allí la incapacidad de Costa Rica de quitar los aranceles al banano, de la fuerte posición europea con respecto a ciertos productos lácteos (en especial los quesos), que presentan amenazas a los productores locales.

Pero de cualquier forma es notorio el cambio del tipo de interdependencia que se da desde la Doctrina Monroe a nuestros días y que se refleja en este tipo de acuerdos que se negocian hoy en día.

Reflexión sobre la hegemonía de acuerdo con Gilpin

Desde la perspectiva de Gilpin, se puede establecer que la pérdida de la hegemonía de EEUU obdece a una serie de factores de índole económico.

En primera instancia hay que contextualizar el hecho histórico de que a EEUU le corresponde, después del fin de la Segunda Guerra Mundial, el rol de garantizar las reglas mundiales en la economía liberal y el comercio, muchas veces a través de instituciones como el FMI y otras creadas mediante los acuerdos de Bretton Woods.

Además, su moneda, el dólar, se convierte en la moneda de referencia. EEUU, por lo tanto, es quien rige los aspectos relacionados con la liquidez y la convertibilidad, suponiendo una gran confianza por ser la potencia militar y económica más fuerte que surge de la guerra. Retoma, de esta forma, el papel que jugó Inglaterra en el siglo 19 y entrado el 20.

Sin embargo, este papel tiene como consecuencia, también, financiar la reconstrucción del mundo, especialmente Europa y Japón. Surge así una gran emisión de moneda provocando una inflación de gran magnitud. Esto se liga, además, a la necesidad de financiar la guerra de Viet-Nam, así también una pérdida de competitividad frente a Alemania Occidental y Japón, las cuales hacen grandes innovaciones en su productividad. Frente a economías que pueden jugar con la convertibilidad de sus monedas para estimular las exportaciones, EEUU se encuentra atado con un gran déficit público y un sector privado que no es capaz de hacer frente al surgimiento de industrias de otros países competidores. Por lo tanto, hay un déficit cada vez más importante de la balanza de pagos (importaciones más grandes que las exportaciones).

En 1971, la Administración Nixon debe entrar a devaluar el dólar, terminando con la convertibilidad de este frente al oro. Los siguientes años no detienen el grave problema del déficit comercial y, si bien se toman algunas medidas por parte de la Administración Reagan, estas obedecen a presiones internas y diseminan el problema mundial de la deuda externa.

Hacia adelante, por lo tanto, se ve una economía cada vez más problemática que no pareciera ser capaz de garantizar la economía liberal a nivel internacional, muchas veces determinado esto por presiones políticas internas. Otras potencias surgen en el nivel económico, como Europa y Japón, los cuales pueden enfrentar, a este nivel, la hegemonía de los EEUU.

En el plano militar, tal hegemonía no parece tener cuestionamiento, no obstante la existencia del poder soviético en los años que Gilpin publica su libro.

Algunas veces, las guerras son capaces de dinamizar algunos sectores de la economía, pero tienen un alto costo en las finanzas públicas y en el terreno político. Por eso, la economía de guerra no pareciera ser una respuesta para que EEUU pueda retomar la hegemonía mundial. Prueba de ello, es que la guerra de Irak hundió aún más en la crisis, tanto política como económica, a este país.

De hecho, en el contexto de la crisis actual, se podría cuestionar la tesis de Gilpin de buscar un país hegemónico que pueda garantizar el orden económico liberal mundial. En primera instancia, parece que los actores no gubernamentales (como las transnacionales), son cada vez más importantes y que no se puede detener el análisis solamente en el contexto de los Estados nacionales. Por otra parte, la complejidad del mundo actual no deja margen para que se pueda definir que una sola potencia pueda manejar y garantizar este orden. Surge así un conjunto de países como el G20, los cuales representan economías de las potencias del Atlántico que formaron el G7, pero también incluye a nuevas potencias que buscan tener mayor protagonismo en las decisiones de la economía mundial.
No pareciera, por lo tanto, volver a tener épocas parecidas a la “Pax Britannica” o la “Pax Americana”, sino que se encontrará en un mundo de mayor inclusión de potencias que competirán, pero al mismo tiempo colaborarán en garantizar el orden mundial.

lunes, 1 de junio de 2009

Interdependencia compleja

Keohane y Nye, en su obra Power and Interdependence (1989), desarrollan una postura teórica de cómo analizar los procesos de interdependencia que se dan en el mundo actual.

Esta teoría se basa en ofrecer una alternativa a la visión llamada realista, la cual se basa en que los asuntos militares y de seguridad nacional son los que priman en la agenda de relaciones internacionales.

El libro trata sobre dos preguntas fundamentales: ¿qué caracteriza la interdependecia en el mundo actual? y ¿cómo evolucionan los cambios en los regímenes internacionales?

Para ello los autores previamente reflexionan sobre tres conceptos: poder, sensibilidad y vulnerabilidad.

El poder, en términos de los autores, se entiende como el control que se tiene sobre las salidas (outcomes) de las relaciones que se dan en los regímenes donde se establece la interdependencia. Esto se diferencia de la concepción más cercana a Max Weber del poder, donde este se caracteriza por la capacidad de una persona de que otra haga lo que esta quiera aun contra su voluntad. Si en vez de “persona” se cambia el término por “actor”, se tendría lo que los autores caracterizan en su reflexión sobre el poder. No obstante, como se señaló, el concepto que se maneja es aquel que da a un actor o conjunto de actores “el control sobre las salidas”.

La sensibilidad es un concepto relacionado con el poder por el cual se estima cuánto un cambio en un país puede afectar a otro y qué costos tiene dicho cambio en las políticas del segundo. La sensibilidad puede ser económica, política o social. En lo referente a la sensibilidad, la políticas no se alteran.

La vulnerabilidad se refiere a la susceptabilidad de un actor de sufrir los costos de eventos impuestos externamente, aún cuando se hayan cambiado las políticas.

Por ejemplo, la sensibilidad por la crisis de los precios del petróleo a finales de los años 70 se dio en todos los países, tanto desarrollados como no-desarrollados. Pero los primeros tuvieron más capacidad de enfrentar tales cambios, mientras que los segundos, debido a esto y a otros factores, tuvieron que realizar cambios profundos en sus sociedades (por ejemplo en América Latina). En el caso de estos últimos, la crisis de los precios se dio más en la dimensión de vulnerabilidad.

Características de la interdependencia compleja

La interedependencia compleja se opone a la interdependencia realista. Esta última establece que los actores se mueven por intereses de seguridad nacional, que la agenda está mediada por este criterio y que, por ende, el uso de la fuerza es la prioridad en ello. Debido a lo anterior, es que la comunicación principal que se da es a nivel de los Estados Nacionales.

Por el contrario, la interdependencia compleja establece que:

1.Los asuntos de seguridad nacional y, por ende, el eventual uso de la fuerza militar no son los más importantes.
2.No hay una clara priorización de los asuntos por tratar dentro de un arena particular de política.
3.Hay múltiples canales de comunicación por actores gubernamentales y no gubernamentales.



El proceso político en la interdependencia compleja es, precisamente, más complejo.

En una visión realista, el ligamen estratégico de los asuntos por tratar quedaría sujeto a los intereses de los países más poderosos que tienen más poder y capacidad de uso de fuerza, bajo el prinicipio de la “seguridad nacional”. Por el contrario, en el caso de la interdependencia compleja, los distintos asuntos restan la capacidad del uso de la fuerza y su ligamen estratégico es menos evidente.

En cuanto al establecimiento de la agenda se da por muchos factores políticos, por ejemplo, presiones domésticas o internacionales relacionadas con el crecimiento económico, cambios tecnológicos etc. Los grupos de presión a lo interno o externo de un país determinan en muchos casos la agenda por tratar.

Los contactos transnacionales y transgubernamentales son analizados dentro de la interdependencia compleja. Los asuntos trascienden el ámbito de las agencias oficiales de asuntos exteriores de los Estados Nacionales y se recurre a mayores contactos entre burocracias, grupos empresariales, transnacionales etc.

Por últimoel rol de las organizaciones internacionales toman mayor relevancia en la medida que crean la institucionalidad internacional sobre diversos asuntos (económicos, ambientales, territoriales, marítimos, etc.). Esto, además, da la oportunidad a los Estados más débiles de poder encontrar un “foro” donde establecer presión sobre asuntos de su interés, como el caso de la Asamblea General de la ONU, donde no hay un voto ponderado por país (como es el caso del FMI).

Cambio de régimen

Se abordan cuatro aspectos para poder abordar las explicaciones del cambio de régimen.

El primero se refiere al ámbito económico. Este haría ver que los cambios que se dan en la economía y los factores que la afectan, como el desarrollo tecnológico, pueden explicar en parte los cambios que se dan en los regímenes internacionales de interdependencia. Un ejemplo sería la Crisis de la Bolsa en el año 1929 que lleva cambios en el sistema monetario. Sin embargo otros factores, sobre todo políticos, deben considerarse para explicar los cambios, por lo cual el aspecto económico es insuficiente para poder explicar los cambios.

El segundo es la estructura global de hegemonía, esto es, parecido a la postura de Gilpin, que exista un poder hegemónico que pueda gobernar el régimen global y que de su declive también se puedan explicarse los cambios. Sin embargo se pueden encontrar varios contraejemplos, como el caso de los océanos, en las últimas décadas, donde el poder hegemónico no puede “alinear” a los demás actores de acuerdo con sus intereses y donde los países más débiles han conseguido varios derechos en contraposición a los EEUU. Por lo tanto, esta perspectiva no es suficiente para explicar los cambios.

Una tercera perspectiva es el enfoque por temas (issues), el cual le resta capacidad global de explicación. Pero, por otra parte, puede concentrarse en determinar aspectos de qué actores, en un tema dado, pueden establecer dominio para definir un régimen que se amolde a sus intereses. De nuevo, el concepto de poder que se define acá, es aquel de “controlar las salidas”. El caso de los océanos

Por último, la perspectiva de organizaciones internacionales indica que estas pueden responder a crear un régimen que puede dar estabilidad a las relaciones. Estas organizaciones, no obstante, están mediadas por los intereses de ciertas élites en ciertos temas. En el concierto de organizaciones, pueden existir algunas más formales, como la ONU, otras menos formales y que reunen intereses de actores o países específicos (la OECD, OPEP, etc.). De acuerdo con los autores, varias “élites” pueden afectar las normas de los regímenes establecidos, pero que un cambio de regimen puede significar un alto costo.

Combinando estas perspectivas, los cambios en los regímenes monetarios y de los océanos pueden analizarse.

De acuerdo con ciertos procesos en la historia, cada una de estas áreas puede ser mejor explicado en alguna de las perspectivas anteriores.

En primer lugar, estos regímenes están más acuerpados por la interdependencia compleja que por la visión realista.

En ninguno de los dos casos, si bien hay momentos en la historia donde hay circunstancias bélicas (especialmente en el caso de los mares), el aspecto de la seguridad nacional no necesariamente es el tema prioritario. Hay muchas disputas en el tapete del tipo comercial, derechos de pesca, explotación de recursos marítimos y petróleo, que se negocian entre distintos actores. En el caso monetario, el advenimiento de nuevas potencias que amenzan la posición del actor más poderoso (EEUU) y la acción del mismo EEUU para perder cierta posición frente a Europa y Japón, hacen poco factible que el tema de la “seguridad nacional” sea el que explique el proceso de estas políticas.

Por otra parte, hay varios actores extragubernamentales que intervienen en el tema: multinacionales, grupos de pescadores, por ejemplo en cada caso, que pueden ejercer presión sobre la agenda que se establece.

En el cambio de régimen, por su parte, hay momentos de la historia que posiblemente alguna perspectiva pueda explicar mejor que otra. El caso monetario tiende a verse desde una perspectiva económica y de poder hegemónico, si bien hay participación, como en el último tiempo, de otros actores como Europa y Japón. El tema da poca participación a países más débiles y siempre queda en el ámbito de una élite que establece regímenes que les son favorables, como el caso de las instituciones de Bretton Woods.

En el caso de los océanos, el cambio de régimen ha contado con la presión de países más débiles, cuyos recursos marítimos le son importantes por razones de subsistencia, protección ambiental, explotación de recursos pesqueros o energéticos. En especial, los países latinoamericanos se han confrontado después de 1945, con el poder hegemónico, EEUU en los derechos que tienen aquellos sobre el espacio marítimo. La ONU, en los años 70, resuelve otorgar la potestad soberana a cada Estado sobre 200 millas naúticas desde la costa. Una perspectiva por “tema” (issue), la cual explica un cambio en los regímenes que se aleja de la visión de un poder hegemónico, parece explicar mejor estos cambios.

Liderazgo e interdependencia

Un aspecto de la política global es la aparición de una multiplicidad de actores que tienen intereses diversos en temas específicos. En una visión aceptada hoy en día, se puede decir que estos se pueden clasificar entre actores estatales, del mercado y de la sociedad civil, entendiendo esta como grupos que buscan representar intereses específicos de un sector de la sociedad (ambiente, empleo, etc.). Esto siempre plantea un problema de gobernabilidad importante, puesto que no es claro el proceso que pueda institucionalizar un régimen que pueda responder a la multiplicidad de intereses.

Tal imagen se puede extrapolar al ámbito internacional. El proceso de liderazgo está afectado por varios aspectos, tanto de competencia doméstica como externa. Ciertamente EEUU perdió dicho liderazgo en materia marítima (tal como lo indican los autores, en tiempo de paz) por un proceso político que “favorece” a los países más débiles. Así también, en el ámbito monetario, la “emergencia” de nuevas potencias económicas, la presión de grupos internos afectan la política de este país en el contexto internacional y, por ende, su capacidad de liderazgo.

En la crisis actual, es preciso tener este panorama para poder explicar la situación de los EEUU y su rol en el mundo, así de otros liderazgos que están surgiendo, como el caso de China.

La reunión del G-20 parece establecer algunas nuevas normas en el régimen económico (supresión de paraísos fiscales, intervención estatal en el mercado financiero, etc.). Son procesos que hay que poner atención en la cual, la teoría de la interdepencia compleja pueda explicar, dado que la situación parece alejarse de una explicación de “seguridad nacional”, si bien la Administración Bush (en apariencia), usó profundamente la perspectiva “realista” que se explica en este libro.

domingo, 19 de abril de 2009

Reflexión sobre el G-20

Se dice que hacía tiempo un discurso de un presidente estadounidense en Europa, no provocaba la quema de banderas de ese país. Esto ocurrió en Turquía, cuando Barack Obama, posterior a la cumbre del G-20 en Londres, no solamente apoyaba el ingreso de este país a la Unión Europea, a contrapelo de Francia y Alemania, sino que también lanzaba un mensaje de conciliación al mundo islámico: “nunca Estados Unidos estará en guerra contra el Islam”, acotó.

Lo anterior podría considerarse como aislado, como algo ajeno a la cumbre que recién concluía, donde los temas eran de índole económico. Pero ocurre, como siempre, que la política internacional y su posible influencia, nunca está aislada de la posición de un país en la economía mundial.

No obstante, como nunca, la situación internacional de la economía y, por consecuencia, del poder mundial, ha sido tan compleja como la que se vive a raíz de la crisis actual. Compleja, más que nada, porque leyendo la historia, muchas de estas crisis se resolvieron mediante guerras, o bien, no consideraban los aspectos sociales o ambientales que hoy en día están en el tapete de cualquier política que se quiera emprender. No parecieran viables emprender más acciones como lo hiciera Bush en Irak y, mucho menos, conflictos mundiales generalizados. Ni tampoco resolver la crisis sin tener en cuenta un futuro sin energías limpias o con desigualdades sociales profundas en materia de salud, educación, alimentación y otros.

El economista Robert Gilpin planteaba en “The Political Economy of the International Relations”, que, a partir de la consolidación del Mercado y de los Estados Nacionales, un poder hegemónico se hacía necesario para poder regular el sistema económico mundial. En su momento, ese papel le correspondió a Inglaterra y, posterior a la Segunda Guerra Mundial, le correspondió a los Estados Unidos. El declive de esos poderes, significa para este economista, una amenaza que puede conllevar hacia guerras, por el surgimiento de otros poderes rivales al poder hegemónico (con un comportamiento nacionalista), además de la pérdida de la confianza en instrumentos financieros, el más básico de ellos, la moneda.

Algo de todo esto sucede hoy en día (y a lo largo de estos años), lo cual puede verse en la política mundial: el declive de Estados Unidos como potencia hegemónica, el deseo de otros actores de tener mayor poder en la economía mundial, como el caso de Europa, en el caso de los países tradicionalmente ricos, y otras potencias que surgen de los países emergentes, como China, Brasil y la India. Las decisiones en materia económica, por lo tanto, no quedan en la órbita exclusiva de los Estados Unidos, como sucedió hasta hace poco. Pareciera que el mundo unipolar de la economía mundial, comandado en el pasado por Inglaterra y Estados Unidos, ya no es posible. Si en el año 90 asistimos al derrumbamiento político del “Muro de Berlín”, hoy pareciera que otros muros de la economía política comienzan a diluirse, y la participación de otros actores será necesaria.

En el G-20, estos intereses tienden a manifestarse. La posición de Estados Unidos como potencia ha sido cuestionada. Sin embargo, esa crítica no solo proviene de los otros países, sino de los Estados Unidos misma, que, a raíz del cambio de gobierno, pareciera mostrar una ruptura con ese rol “imperialista” que caracterizó su accionar desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y que se enfatizó en el Gobierno de George W. Bush. Es por ello que se pasa de una doctrina de “seguridad nacional”, esa misma que decía “o están conmigo o contra mí”, a tener a sus principales figuras apretando botones de “reset” por varios países (en especial del G-20), donde tanto el Presidente Obama, como el Vice-Presidente Biden y la Secretaria de Estado Clinton, se disponen a escuchar las quejas de los distintos actores. Tras casi 10 años de unilateralismo, de aislamiento, de enfrentamientos con Europa por Irak, con Rusia por los misiles, de olvido y automatismo en sus relaciones con América Latina, los Estados Unidos se disponen a escuchar, mediante el reforzamiento del multilateralismo en un mundo que tiende a ser “no-polar”.

Y es que, parte de las dimensiones de cualquier sistema económico es precisamente, la confianza. Y en ello no solamente las monedas, los instrumentos financieros y otros elementos de la economía deben ser “confiables”, sino que también debe existir una legitimación política que permita la gobernabilidad cada vez más democrática (en términos de Joan Prats) del sistema económico (quizás para horror de los defensores a ultranza del mercado). Así, en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas (más allá de la formalidad), Obama está dando los pasos necesarios de colocar a los Estados Unidos como un actor de confianza en el ámbito internacional, como un actor influyente, no solo en el plano económico y militar, sino también con la autoridad legítima en el plano político. Por eso se atreve, en Turquía, a promover el ingreso de este país a la Unión Europea. Por eso lanza puentes de diálogo al mundo islámico, a Cuba, a Rusia rompiendo con doctrinas imperialistas como la “Doctrina Monroe”. Y por eso, quizás, en su deseo de imponerse políticamente, tanto Francia como Alemania “no leen” cuán profundos son los cambios de Obama con respecto a Bush y su reposicionamiento como una potencia abanderada del “Smart Power”.
Producto de la cumbre, hay compromisos de regulación a los actores financieros, hay un refinanciamiento a los organismos financieros internacionales como el FMI, además de un compromiso de un desarrollo energéticamente más “verde”. En lo ideológico se establece un fuerte apoyo al libre comercio y contra el proteccionismo, léase, una previsión contra el nacionalismo.

Pero también debe considerarse en este ajedrez, el gran descontento y las protestas que las medidas ant-crisis han provocado, particularmente en Europa, así también la fragilidad de la sociedad norteamericana del “Main Street”. Esto hace que haya una exigencia de que los actores económicos pueden andar por la libre y que significará, por parte de los Gobiernos un gran control de los fondos públicos que se destinarán al rescate de bancos y otras empresas, como las automovilísticas.

En este panorama, ¿qué potencia hegemónica surge? ¿Será necesaria una potencia hegemónica encargada de garantizar el libre comercio? ¿Se está ante un cambio de paradigma en el concierto de la economía política internacional? ¿Qué papel seguirá teniendo China como la potencia industrial y económica más potente actualmente?

Se habla que este será el siglo del Pacífico, en contraste con el siglo XX que fue el siglo del Atlántico Norte. Pero tanto en uno como en otro lado, las burbujas han llenado y quitado el optimismo, la confianza y el bienestar. La cuestión real es preguntarse qué normas deben regir, qué tipo de gobierno debe establecerse para que el mundo encuentre una prosperidad productiva y social sostenible. No pareciera que esto pase por regresar a lo enunciado por Gilpin, de una tener una superpotencia económica hegemónica más interesada en garantizar el “laissez faire”, sino que el espacio de la política mundial, y dentro de ello, la economía y el desarrollo social, debe ser un asunto de varios actores. El Gobierno de Bush demostró, que no hay espacio económico, político y militar que pueda ser un asunto de una sola potencia, por más poderosa que aparezca, como de forma entusiasta creyeron los neoconservadores con su “proyecto de un nuevo siglo americano”.

Hay muchas de las interrogantes para el sistema económico mundial que siguen pendientes para la próxima cumbre del G-20 en Italia: con nuevos actores ejerciendo su poder, con una Europa que busca influir tanto como su Euro en el terreno político, con un Estados Unidos políticamente renovado y, seguramente, relegetimado para ejercer nuevas influencias en el mundo. Y China y Brasil y América Latina y la gente… y tanto por pensar y definir.

viernes, 17 de abril de 2009

Lidiando con W

Presentación del artículo de Paul Krugman del libro “El gran resquebrajamiento”.

Previamente, considérese la siguiente definición:
Recesión de doble caída: así se le conoce en el mundo de los economistas a este fenómeno que se da cuando una economía experimenta una recesión seguida, por al menos dos trimestres de poco crecimiento, para luego recaer. (Tomado de la versión digital de El Excelsior de México, publicado el 21de marzo de 2008 -
ver).

En octubre del 2002, Krugman advierte algo que está pasando hoy en día, pero en ese momento tiene la referencia del estallido de la burbuja asiática.

En el libro de Gilpin, escrito hacia el año 1987, se describe a Japón como una de las 3 potencias económicas más importantes: está Japón como tal, Alemania Occidental y los Estados Unidos.

En ese momento, la dinámica de la economía japonesa la llevaron a un crecimiento importante, con una fuerte apreciación del Yen con respecto al dólar, lo que significó un gran flujo de capital hacia ese país. Además, su producción en industrias como la de automóviles, electrónica, entre otras, posicionó a Japón en lo que Gilpin visualizó como el desplazamiento del poder económico.

Tal caracterización tuvo un abrupto fin. Como otras veces, se trataba de una burbuja. La caída de las tasas de interés a 0, no tuvo efecto en la reactivación de la economía. Por lo tanto, hubo una inclinación hacia la inversión pública, en especial la construcción de infraestructura.

En el 2002, luego de una recesión, Estados Unidos se movió de una forma semejante en cuanto a comenzar a bajar las tasas de interés. Eso llevó a dinamizar la industria hipotecaria, con lo cual se aprecia, en este artículo, el origen de esta burbuja. Por otra parte, el Gobierno de George W. Bush, contrario a Japón, recorta el gasto público en programas sociales y relaja la recaudación fiscal, imponiendo rebajas a las grandes compañías.

El transcurso de los siguientes 5 años, una serie de instrumentos bursátiles, basados en gran parte en hipotecas, dieron la apariencia de dinamizar la economía. Además, en ese momento el autor previene del efecto distractor de un “bombardeo”, es decir, anticipa lo que se venía gestando en ese momento: la guerra de Irak, la cual, también, “dinamiza” la economía en ciertos sectores de la industria.


Krugman, tal como lo denuncia en varios de sus artículos de este mismo libro (ver en particular el artículo de “Sabor a fraude” o “El daño causado por el Dow” en el mismo libro), hay un manejo fraudulento en Wall Street, así también una serie de políticas irresponsables por parte de la Administración Bush.


No se dio de inmediato por el año 2002. No obstante, al ojo experto de un economista como Krugman, lo que comenzó a pasar en el año 2008 era, ciertamente previsible. La recesión en W se está dando e, irónicamente como lo apunta el autor, está personificada por la figura del líder de la anterior administración, cuya referencia en el nombre destaca la misma letra.

El daño causado por el Dow

Presentación del artículo de Paul Krugman del libro “El gran resquebrajamiento”. Previo a la presentación del artículo, es importante introducir el significado del índice del Dow Jones. El Dow Jones el más antiguo índice bursátil creado a finales del siglo XIX por el Wall Street Journal. El que más se utiliza es el llamado DJIA (Dow Jones Industrial Average), el cual provee el promedio del valor de las acciones de las 30 compañías más importantes de Estados Unidos.

A la fecha del día 18 de marzo de 2009, el Dow Jones está situado en 7 486.58. Para el año 1999, el índice alcanzó el valor de 10 000.
De acuerdo con el siguiente gráfico, se traza una recta de regresión del valor promedio del índice, de acuerdo con un crecimiento económico esperado, y las desviaciones del índice de acuerdo con esa recta.

El autor del blog donde se extrae esta gráfica, sitúa algunos momentos importantes del valor del Dow Jones: agosto de 1929, previo a la quiebra de la bolsa. En ese momento se nota una sobrevaloración del índice de un 62%. Para diciembre de 1999, previo al estallido de la “burbuja tecnológica”, el índice se sobrevalora, de acuerdo con esta medición, en una magnitud del 63%. Para el momento de la “burbuja hipotecaria”, el índice se sobrevalora en un porcentaje del 56%.

Krugman, en este artículo, llama la atención sobre el hecho de que existe un efecto perverso en los índices bursátiles, en particular cuando han estado al alza.

En primer lugar, esto puede obedecer al “paradigma de Ponzi”, es decir, arrastrar a una serie de inversionistas, en una estructura de pirámide, sobrevalorando una situación optimista (tal como el caso de Madoff). De alguna forma, lo que sucede en la bolsa con las burbujas, es un problema al estilo de Ponzi. No obstante, cierto sector de la prensa promueve el invertir, por ejemplo, en compañías que están orientadas a nuevas tecnologías, o más ampliamente, en empresas de la Nueva Economía, como el caso de la burbuja de las empresas “Punto Com”.

Pero lo que más llama la atención el autor, es sobre el hecho de que este auge accionario fue una ventana para la implementación de políticas irresponsables (de acuerdo con su criterio). En virtud de que los años 90 permitieron un superávit fiscal, gracias en gran medida a la recaudación hecha producto del retorno de las inversiones bursátiles, el gobierno de Bush promovió un recorte tributario, producto de que el gobierno “tenía las manos llenas de dinero”.
Si bien la situación del 2001, ya con la burbuja desinflada, no era la misma del año 1999, el recorte siguió en marcha como medida para “frenar la recesión”.

Lo que principalmente viene a tratar de ilustrar el autor, es que una burbuja como la que se da en el mercado de valores, promueve malas decisiones en la política y en los negocios.


lunes, 13 de abril de 2009

Gilpin: corporaciones multinacionales y producción internacional

Las multinacionales pueden definirse como organizaciones que tienen actividades en dos o más países. Las relaciones entre las multinacionales y la economía política internacional es estrecha, por cuanto las decisiones políticas que se dan en países desarrollados como subdesarrolladas, en muchas ocasiones tratan el tema de las multinacionales.
La inversión extranjera en los países viene en dos vertientes: la cooperación tradicional de un país a otro, mediante préstamos u otros instrumentos, donde se busca, por ejemplo, desarrollar infraestructura, y la inversión directa de las multinacionales.
El ciclo productivo que se identifica en las empresas tiene que ver con: 1.) la innovación 2.) la maduración y 3.) la estandarización.
Las multinacionales pueden actuar de acuerdo con alguna de esas 3 etapas, buscando aspectos relacionados con la "integración horizontal", donde se producen los mismos productos finales en cualquier parte donde se establezca (más cercano a la estandarización) o la integración vertical, donde se establecen plantas que son proveedoras de otras plantas para la misma empresa.
Muchas veces la acción de las multinacionales se orientan a tener eficiencia productiva (menor costo de mano de obra, por ejemplo), estableciendo plantas fuera de los países sede de la corporación. En muchos casos, la innovación y parte del proceso de maduración queda dentro de la "casa matriz" de la empresa.

Las multinancionales influencian la política de los países que las hospedan, por ejemplo, buscando tener mejores condiciones fiscales, laborales, etc., para lo cual los gobiernos de estos países buscan ser más atractivos a la inversión extranjera directa (igualmente, pueden emprender políticas públicas de formación de recursos humanos altamente capacitados). Pueden existir resistencias a lo interno de estos países dada las condiciones que imponen estas empresas y que afectan las instituciones locales.
Como tales, las multinacionales son actores poderosos en el contexto del comercio internacional, donde muchas veces los acuerdos son tomados directamente entre éstas compañías y los gobiernos, tanto del país sede de ellas, como de quienes las hospedan. Estos acuerdos están fuera del contexto de una negociación "estándar", como la que puede hacerse en el seno de instituciones como el GATT o la OMC, por lo cual se habla de un "nuevo multinacionalismo".
En sí, las multinacionales fueron vistas como formas de expandir las políticas de libre comercio, aunque al mismo tiempo han protagonizado problemas de abuso en los países huéspedes.

Hay considerar en cualquier caso, que el triángulo de Multinacional-Gobierno Sede de la Multinacional y Gobiernos Huéspedes, hacen altamente político el proceso de la inversión extranjera directa.

domingo, 12 de abril de 2009

Gilpin: las políticas del comercio internacional

El comercio internacional se considera importante dado que es una vía para la difusión de la tecnología, aumenta las opciones del consumidor, reduce los costos de producción , estimulando el crecimiento económico y la eficiencia global de la economía.

Hay dos enfoques fundamentales que abordan el comercio internacional: el liberal y el nacionalista.

El enfoque liberal aboga por el libre comercio. Fundamentalmente propone que el comercio internacional trae beneficios por cuanto se pueden establecer ventajas comparativas de un país con respecto a otro, donde "lo mejor que sabe o puede hacer" se delega en dicho país y su aporte a la economía global es beneficioso. Además, enriquece, de forma local, a la economía nacional.

El enfoque nacionalista responde a que el libre comercio, en la perspectiva liberal, es sujeto de varias críticas, en especial el efecto que tiene en las economías nacionales. Una posición muy evidente de esto, es que sostiene que el desarrollo interno es solo posible mediante políticas proteccionistas, las cuales contravienen el libre comercio. Este último, en la perspectiva nacionalista, solamente es pregonado por las potencias dominantes en un momento dado. Sin embargo, el desarrollo previo de estas potencias fue posible solamente porque adoptaron medidas proteccionistas.
Este desafío del libre comercio se evidencia en situaciones históricas, como la que precede la Primera Guerra Mundial, donde Alemania tiene un gran desarrollo de su economía nacional desafiando la hegemonía de Inglaterra. El gran desarrollo posterior a la Segunda Guerra Mundial que se da en las economías europeas, asiáticas y de latinoamericanas, son caracterizadas por un modelo de sustitución de importaciones, donde se da preminencia al fomento de las industrias nacionales, con el fin de que, posteriormente, los países tengan más capacidad de insertarse competitivamente en el comercio internacional.
El peligro del desarrollo de nacionalismos, llevo a constituir el GATT posterior a la Segunda Guerra, donde se buscaba que el mundo tuviera normas para fomentar el libre comercio.
La dinámica de consituir oligopolios mundiales, la presión política de abrir las economías en ciertos países, hacen que haya varios problemas políticos por resolver dentro de la economía mundial y que aún es incierto. De hecho, ciertos bloques siguieron siendo tolerados posterior al GATT, como la comunidad británica del Commonwealth.
La complejidad de ciertas situaciones provocó que se establecieran arreglos bilaterales en ciertos temas, más que tratar de establecer normas para todos los países.
El liberalismo en el contexto mundial aún está lejos de lograrse por cuanto hay problemas políticos muy complejos que resolver, aun cuando la economía mundial, posterior a la Segunda Guerra, es la que presenta el mayor volumen de comercio internacional en toda la historia.

Gilpin: el dínero internacional importa

La existencia de una referencia monetaria internacional ha posibilitado el intercambio entre naciones y, por ende, el comercio internacional. Tres aspectos deben tenerse en cuenta con respecto a la moneda internacional: la liquidez, el ajuste y la confianza. Con respecto a la liquidez, se espera que el sistema provea el dinero suficiente (pero no de forma inflacionaria) para sustentar el comercio y las reservas monetarias. El ajuste se refiere a que se deben proveer mecanismos para resolver los desequilibrios producto de condiciones internas de cada país. De igual forma, se debe prevenir los desplazamientos que desestabilizan la composición de las reservas en cada país, debido a la pérdida de confianza en una moneda en particular o en varias de ellas.

Los gobiernos tienen la capacidad de emitir moneda, por lo cual se dice que el dinero cumple una función política y no neutral, como algunos teóricos pueden sostener.

La evolución de la moneda internacional tiene varias etapas en la historia. La época del oro, donde hay una conversión de una moneda con respecto al oro. Los grandes imperios, España y Portugal en un momento y, posteriormente, Inglaterra (en Occidente), acumulan grandes cantidades de oro traidos de sus colonias y dominan el comercio internacional. El siglo 19 donde se consolida el dominio inglés, la libra esterlina es la moneda que igualmente prevalece en el mundo, siendo Londres el centro financiero mundial.

La convertibilidad hacia el oro respondió muy bien a una época donde prevalece la norma del "laissez faire" liberal con relativamente pocas demandas sociales. La hegemonía británica podía manejar este sistema de buena forma.

La primera guerra mundial lleva consigo el declive de este poder hegemónico. Además surge una crisis financiera que tiene su culminación en la crisis del año 1929. La necesidad de los gobiernos de responder a las necesidades sociales más complejas de cada país, provoca que el dinero se emita de tal forma que responda a tales demandas. El desarrollo del Estado Bienestar en cada una de las sociedades, así también el fin de la hegemonía británica, provocan de cierta forma, que la "época del oro" también vea el comienzo de su fin.

Esto se acentúa en la posguerra del año 1945. Estados Unidos surge como la potencia hegemónica y los acuerdos de Bretton Woods dan al dólar estadounidense el estatus de moneda internacional. En teoría, el dólar tiene una convertibilidad fija con respecto a una onza de oro.

El proceso de reconstrucción de Europa y Japón, financiado por Estados Unidos en planes como el Plan Marshall, provocan una emisión alta de dólares en el mundo. Se acentúa el desarrollo de los estados bienestar, de la industria local en cada uno de los países y en general provoca un desarrollo social muy alto.

La crisis que comienza a darse después del año de 1970 en EEUU y en el mundo, provocado por la guerra de Vietnam, el alza en los precios del petróleo y la pérdida de competitividad de EEUU frente a Europa Occidental (principalmente Alemana Occidental) y el Japón, hacen que el gobierno norteamericano devalúe el dólar.

Se adopta a partir de ese momento el sistema de libre ajuste del valor de las monedas, buscando dar competividad a las economías, sobre todo en perspectiva de las exportaciones.

No obstante, tanto el proceso de pérdida de valor del dolar como el declive de la hegemonía norteamericana, provocan que no se esté claro hoy en día los aspectos técnicos relacionados con la liquidez, el ajuste y la confianza en el dólar. Han surgido propuestas de crear una moneda internacional no relacionada con ningún país. Esto último busca evitar el problema del N-1, esto es que cualquier país puede ajustar su moneda, salvo el que emite la moneda internacional, como lo es Estados Unidos con respecto al dólar. El problema siempre, es que la incapacidad de devaluar la moneda en dicho país, provoca pérdida de competitividad.

Esto no está resuelto al momento y yendo más allá de la lectura de Gilpin, está en el tapete de estos meses, en cumbres como la del G-20, o el surgimiento del poder de China tratando de establecer su moneda, el Yuan, como una moneda de referencia internacional (a la par del dólar o del euro).

Gilpin: dinámicas de la economía política

El Mercado y los factores externos a este se afectan mutuamente, creando condiciones en la historia económica y política del mundo moderno. Comprender es esencial para entender la dinámica de la economía política internacional.

Para ello surgen tres teorías para su análisis.

En primer lugar la teoría de la "economía dual", de inspiración liberal. Para esta teoría existen, a grandes rasgos, dos sectores: uno moderno, cuya economía está integrada al mercado mundial, altamente productiva; en contraste con otro tradicional, más atrasado, orientado a la producción local. Hay un desplazamiento gradual del sector tradicional frente al moderno. Las fuerzas primarias en este proceso son económicas, organizacionales y tecnológicas. Para esta teoría, la creación del mundo moderno es una consecuencia de los factores internos del mercado.

La siguiente teoría abordada es la que se conoce como Sistema del Mundo Moderno, de inspiración marxista, que se define como una "unidad con una única división del trabajo y múltiples sistemas culturales". La tarea principal para los economistas políticos es analizar los orígenes, estructura y funcionamiento de un sistema que funciona de acuerdo con leyes económicas. De acuerdo con esta perspectiva, la economía mundial está conformada por un centro dominante y una periferia dependiente que interactúa y funciona como un todo. La acumulación se da en los países del centro dominante, donde ocurre el desarrollo, mientras que en la periferia se da el subdesarrollo.

La teoría de la estabilidad hegemónica, por su parte, visualiza un poder hegemónico en que garantice el orden económico liberal. El declive de este poder, implica que el orden liberal también se debilita.

El autor presenta una correlación entre crecimiento económico y hegemonía política. En tiempos de extraordinario crecimiento y fuerte hegemonía, el mundo presenta un periodo estable, caracterizado por la paz (en tal caso, la paz británica y la paz americana). Con un ligero declive en ambos, comienzan a fundamentarse los nacionalismos y las rivalidades entre potencias, lo cual ha sido la antesala de grandes conflictos armados, en especial la primera guerra mundial.

Los periodos más débiles en ambos, presentan situaciones muy poco estables, como la crisis del año 29, la Segunda Guerra Mundial, entre otros fenómenos en el mundo.

De igual forma el desarrollo desigual presenta situaciones políticas de conflicto. La tendencia del centro desarrollado es difuminar su desarrollo hacia la periferia, existen situaciones de resistencia. Sin embargo, el desarrollo de las economías centrales tiende a disminuir, provocando el crecimiento de la periferia.

Finalmente, es importante indicar que el crecimiento requiere de un liderazgo político fuerte, no obstante que el crecimiento mismo confronta dicho liderazgo. Esta dinámica económica implica cambios políticos, ajustes por las ventajas comparativas, entre otras situaciones. La integración económica, por último, implica una disyuntiva para muchas naciones que deben abordar el problema político de promover el bienestar interno, a la vez que se ven forzadas a tomar decisiones en perspectiva de dicha integración.

domingo, 29 de marzo de 2009

Krugman y la crisis mundial

Los invito a leer el artículo publicado en El País de España del 29 de marzo de 2009, de Paul Krugman: La venganza del exceso. Es un buen ejemplo de interdependencia e integración... desde una situación de crisis.

jueves, 19 de marzo de 2009

Gilpin: economía política y sus enfoques teóricos

El libro de Robert Gilpin, The Political Economy of International Relations (Princenton University Press, 1987), ofrece una lectura pertinente para analizar los fenómenos de las relaciones internacionales hoy en día, aun cuando haya sido escrito en el contexto de los años 80: hay un apogeo de la "revolución conservadora" de Reagan y Thatcher, la Unión Soviética no termina de caer por ese tiempo y aún no cobran importancia como actores de peso en el contexto internacional, la Unión Europea y China.



Más de ello, la intención de Gilpin es ofrecer un marco teórico de análisis, mediante el cual, tanto los hechos que suceden por el momento del libro, como los que surgen posteriormente, puedan ser estudiados. Esto y el anticipar dos hechos que parecen consolidarse años después, como los son el declive de Estados Unidos como potencia hegemónica y el traslado del núcleo económico del Atlántico norte hacia el Pacífico asiático, parecen marcar las principales motivaciones del libro.



La primera parte del libro (que es lo que se abordará a continuación), es precisamente, la descripción y reflexión que realiza Gilpin sobre las herramientas teóricas que utiliza.



En primera instancia busca definir "economía política", a partir del hecho de que la separación entre Estado y Mercado es incorrecta para tratar de analizar la realidad. Incluso, afirma que el uno y el otro son "tipos ideales", en términos de Weber. Para la economía política contemporánea, el Estado y el Mercado son las expresiones de organización política y económica, respectivamente, más avanzadas.



Las acciones políticas que se emprendan desde el Estado, afectan al Mercado y, este último, llega a constituir un elemento de poder en la sociedad, que influye en las decisiones políticas. Por lo tanto, el uno como el otro están en constante interacción.


Alrededor de las relaciones entre el Estado, el Mercado y la Sociedad, surgen tres perspectivas ideológicas (y no teóricas, según el autor): el liberalismo, el nacionalismo y el marxismo.

El liberalismo se orienta a separar el mercado de la política, estableciendo que el mercado no debería ser sujeto de ningún tipo de intervención. Se basa en la libertad de los individuos de establecer sus preferencias, a lo cual el mercado debe responder. Cada individuo busca maximizar su utilidad.

El mercado, como promotor de intercambio, es fuente de relaciones cooperativas. Esto permite que en el largo plazo exista un equilibrio. En ese sentido, las relaciones internacionales se benefician de esta característica, promoviendo que tales relaciones sean pacíficas.

Por su parte el nacionalismo se ocupa esencialmente de una visión de seguridad nacional. En ello, los aspectos económicos forman parte, tanto como lo podrían ser los asuntos militares. Se busca que la producción nacional sea sólida, de tal forma que la sociedad tienda a la autosuficiencia. Existen dos tipos de nacionalismos (o también conocido como "mercantilismo"): uno benigno, el cual se asocia a una posición defensiva y otro maligno, el cual se asocia con una expansión de tipo "imperialista", cuyo extremo puede identificarse con la Alemania nazi.

El marxismo apunta a que el mercado, si bien contribuye con el desarrollo económico y social, el desiquilibrio, su dinámica de acumulación de la riqueza presenta, su caida de las ganancias, con el tiempo, una contradicción con respecto al desarrollo y la innovación que pretende realizar el mercado. Además, fomenta el imperialismo a nivel global, esto es una acumulación de riquezas de las metrópolis con respecto a sus colonias y la necesidad de expansión de las naciones imperialistas, haciendo que surjan conflictos entre ellas.

La dinámica de la economía mundial presenta un desarrollo desigual. Esto puede obedecer a políticas locales de las sociedades en combinación con ciertas eficiencias relativas de éstas. No obstante, en cualquier caso, esto implica retos de política internacional que, de acuerdo a Gilpin, provoca que deba surgir un liderazgo a ese nivel que asegure la sobrevivencia del orden económico liberal.

jueves, 12 de marzo de 2009

Bienvenidos

En este blog se estarán publicando reflexiones sobre el tema de integración e interdependencia económica. Espero que lo disfruten.