lunes, 6 de julio de 2009

El Acuerdo de Asociación con la Unión Europea

El acuerdo de Asociación de la Unión Europea y Centroamérica, busca el aumento del diálogo político y la cooperación entre estos bloques, unido, además, a la búsqueda de un tratado de libre comercio.

Partiendo de esta premisa, es importante ver el tipo de intedependencia que se da a partir de este acuerdo.

La visión llamada “realista” establecería una prioridad de los asuntos de seguridad y de los estados nacionales por encima de cualquier otro asunto que se trate. Por lo tanto, visto no solo en el contexto propio del acuerdo, sino en lo que se refiere a otras potencias, notablemente Estados Unidos, en un pasado reciente la visión realista se aplicaría. Recuérdese la “Doctrina Monroe”, que establecía que “América es para los Americanos”. La llegada de otras potencias al Hemisferio sería potencialmente bloqueada porque iría en contra de los intereses de la potencia dominante.

No obstante, varias causas podrían ir a contrapelo de esas doctrinas de seguridad del pasado en el Hemisferio Americano. Por una parte, América Latina luego de la Guerra Fría, pierde prioridad en la agenda de Estados Unidos y sus políticas se ponene en “automático” en tres temas: elecciones libre como signo de democracia, guerra al narcotráfico y apertura comercial. Por otra parte, este “abandono” de Estados Unidos, las contradicciones internas de cada país producto de la gran desigualdad creada por las políticas económicas aplicadas, también provocan que los países busquen nuevas alternativas a lo interno (gobiernos de centro izquierda que desarrollen más las políticas sociales) y a lo externo (acuerdos con otras potencias como China y Europa, entre otras).

En ese sentido, la interdependencia se torna más en la visión de “interdependencia compleja” de Nye y Keohann. Los asuntos de seguridad militar pierden lugar dentro de los intereses de los actores y buscan centrarse en otros aspectos, más que nada, en resolver los grandes temas de desigualdad y pobreza que provocan o dan fuerza a problemáticas como el narcotráfico, el cual, hasta la fecha, se había visto como un problema militar. La aceptación de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, sobre la responsabilidad de Estados Unidos en el problema del narcotráfico es significativo. Felipe Calderón, presidente de México, con mucha claridad le decía: “ustedes tienen el consumo, nosotros los muertos”.

Por lo tanto de estas necesidades de abrir puertas a otros actores alternativos a la potencia dominante y, también del interés de estas otras potencias de influir y actuar en América, puede explicarse que la Unión Europea busque crear acuerdos de asociación en distintos bloques del continente, como los países andinos o Centroamérica.

En este último caso, a diferencia del TLC con los Estados Unidos, Europa no limita la agenda en lo comercial, sino que promueve otras políticas referentes a la integración política, la cooperación para los países más pobres, además de los temas comerciales. Por eso, países como Costa Rica, que es quien tiene mayor comercio con Europa, no puede asumir un rol protagónico en la negociación si solamente limita su interés en la parte comercial.

Es importante recordar, para el caso de los Estados Unidos, Robert Zoellick decía que entrar en el TLC “no era de gratis” y exigía para ello, el apoyo a la política militar que desarrollaba en Irak. El apoyo político a la guerra fue unánime entre los países centroamericanos, además que varios de éstos enviaron tropas a aquel país. Véase que en este caso, si bien el tema militar no es el que está en el primer lugar de la agenda, desde la óptica de la Administración Bush no desaparecía y en los aspectos como el apoyo a la guerra de Irak, suponían un carné de entrada para poder tratar con los Estados Unidos (la doctrina “o están conmigo o en contra mío”).

Con la Unión Europea no parece existir tal exigencia, sino que esta promueve otro tipo de agendas que pueden parecer exigentes en aspectos que parecen favorecer a los países más pobres como Nicaragua y que, en principio desfavorecerían a los más desarrollados, como Costa Rica. Por lo mismo, hasta el momento el protagonismo de Nicaragua ha sido más fuerte que el de Costa Rica.

Por esa parte, cuando otros puntos se abordan, dejando de lado notablemente los intereses militares, cuando se establecen claúsulas por la democracia (y de allí que con la crisis de Honduras esté detenida la negociación), cuando hay un interés por el desarrollo de los más pobres, nos encontramos en otro tipo de interdependencia, donde una potencia, la Unión Europea, lo hace en el “patio trasero” de la potencia dominante, Estados Unidos. Obviamente el interés europeo no es caritativo y responde también al interés de sus productores en el continente y de algunos de sus territorios fuera de este. De allí la incapacidad de Costa Rica de quitar los aranceles al banano, de la fuerte posición europea con respecto a ciertos productos lácteos (en especial los quesos), que presentan amenazas a los productores locales.

Pero de cualquier forma es notorio el cambio del tipo de interdependencia que se da desde la Doctrina Monroe a nuestros días y que se refleja en este tipo de acuerdos que se negocian hoy en día.

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